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No lo olvide:
1. Ponga freno a su lengua: diga siempre menos de lo que piensa. Cultive un tono bajo y persuasivo. A menudo, la manera de decir las cosas es tomada en cuenta más de lo que se dice.
2. Haga pocas promesas y cúmplalas cueste lo que costare.
3. Nunca deje pasar la oportunidad de decir alguna palabra bondadosa y animadora acerca de alguien. Alabe el buen trabajo, no importa quien lo haya hecho. Si debe criticar, hágalo en forma constructiva y nunca por despecho.
4. Interésese en los demás: en sus propósitos, bienestar, hogar y familia. Alégrese con los que se gozan y llore con los que lloran. Haga sentir a todos, por humildes que sean, que usted los considera importantes. Y lo son, porque son seres humanos.
5. Sea jovial. Mantenga las comisuras de sus labios hacia arriba. Oculte sus dolores, preocupaciones y chascos detrás de una sonrisa. Ríase con una buena anécdota y aprenda a contarlas.
6. Mantenga la mente abierta a todas las cuestiones en debate. Discuta, pero sin enardecerse. Es señal de una mente superior estar en desacuerdo y al mismo tiempo ser amable.
7. Deje que sus virtudes (todos tenemos algunas) hablen por si mismas, y niéguese a hablar de los defectos de los demás. Adopte por norma no decir nada a nadie a menos que sea algo bueno.
8. Tenga cuidado de no herir susceptibilidades ajenas. Las agudezas y bromas gastadas a expensas de otros, pueden herir donde menos se espera.
9. No preste atención a los comentarios desagradables referentes a su persona. Simplemente viva de tal manera que nadie los pueda creer. Los desórdenes nerviosos y la mala digestión son comúnmente el resultado de afectarse por las calumnia.
10. No se preocupe demasiado por la recompensa. Haga su trabajo, tenga paciencia y conserve su genio agradable. Olvídese de sí mismo y será recompensado.
(Colaboración de Hugo Sierra – Barrio Norte – Concepción)